miércoles, 15 de noviembre de 2006

Terceros por sustracción de materia

Encontre una columna sobre la realidad del futbol colombiano esto muy bueno:
Por: Rafa XII
12 de noviembre de 2006


Hasta mediados de 2004, los colombianos podíamos decir, y todavía con algo de razón que, en materia de fútbol, nuestro país era el tercero en Suramérica, después de Brasil y Argentina. Los dos primeros no tenían para nada discusión, merced a su extenso palmarés que incluye campeonatos del mundo en todas las categorías, panamericanos y suramericanos, en el caso de selecciones, y Copas Intercontinentales, Libertadores de América, Supercopas, Recopas y cuanto torneo de clubes se han inventado, en los que argentinos y brasileños han sido los amos y señores toda la vida.

Terceros con razón
Colombia se consideraba el tercero en discordia, por el ser campeón reinante de la Copa América (ganada ante los suplentes de los demás países, pero ¿quién les mandó dar semejante papayazo…?), por tener al campeón de la Copa Libertadores con el Once Caldas, venciendo nada menos que al Boca Fox Sports Juniors, y por tener destacadas participaciones en esa competición y en los demás torneos sur continentales, superando con creces las pobres presentaciones de los conjuntos peruanos, ecuatorianos, chilenos, paraguayos, uruguayos y venezolanos.
Sin embargo, esa tercería tambaleó cuando Hernán Darío “Bolillo” Gómez y Luis Fernando “El Corto” Suárez clasificaron consecutivamente a Ecuador a dos mundiales, mientras que Luis Augusto “El Chiqui” García, Francisco Maturana y Reinaldo Rueda nos ampliaron el ayuno mundialista hasta por lo menos el 2010. Los seis puntos fijos que siempre teníamos contra Venezuela se volvieron uno solo. Bolivia ahora nos goleaba y Chile nos sacaba dos empates, cuando en la eliminatoria anterior le habíamos hecho los seis puntos. En clubes, el panorama no era mejor. Como en los años de upa, los equipos coperos del fútbol colombiano (América, Nacional, Cali) volvieron a comerse sendas goleadas de sus colegas gauchos y auriverdes, Boca, River, San Lorenzo, Santos, Gremio –hasta ahí, vaya y venga-, y de contera empezaron a ser vapuleados por aparecidos como Cienciano de Perú, Libertad de Paraguay, Olmedo y Liga Deportiva Universitaria de Ecuador y hasta Banfield, que a pesar de ser argentino, no es nadie en el concierto internacional.
Para colmo de males, tan pronto como ingresaron los seleccionados y clubes mexicanos, de manera regular o en calidad de invitados, a los torneos organizados por la Conmebol, los paisanos del Chavo del Ocho también comenzaron a atendernos. En el 2000 habíamos sentido un par de golpes por cuenta del fútbol azteca. América de México superó inobjetablemente a su homólogo de Cali, y el Atlas le pegó un baile al Atlético Nacional en la Libertadores de ese año. Incluso, en la final de la Copa América de 2001, hasta que el árbitro pitó, no hubo tranquilidad, porque los “manitos” no se rindieron tan fácilmente y se movieron como pez en el agua en 2600 metros de Bogotá. Ya en días más recientes, el América de México volvió a Colombia para darle una tunda al Atlético Nacional en la Copa Sudamericana.
Panorama oscuro
La nueva eliminación de la selección absoluta en su carrera al Mundial Alemania 2006 y el fiasco colombiano en la Libertadores de este año ensombrecieron aún más el panorama. Atrás quedaron las épocas de El Dorado y de los setenta y ochenta, en las que los oncenos se regodeaban en la abundancia de grandes figuras, buen espectáculo y tribunas llenas. No íbamos a los mundiales porque el rentado colombiano estaba repleto de extranjeros, pero al menos había buen fútbol cada fin de semana en los estadios. Los dineros calientes se fueron en su gran mayoría para otras latitudes y las vacas flacas fueron inevitables: Millonarios y América, los dos equipos más ganadores de Colombia, a punto del colapso económico y deportivo, porque últimamente han tenido que estar pendientes del promedio para no irse a la B; jugadores con más sueldos atrasados que los trabajadores del Materno Infantil; espectáculos paupérrimos; equipos plagados de jugadores viejos y troncos, al lado de juveniles biches; violencia en los estadios, arbitrajes deplorables… Una vergüenza.
Se manejan varias hipótesis que tratan de explicar la decadencia del fútbol cafetero. La primera, ya esbozada líneas arriba, es la salida de gran parte de los capitales mal habidos que financiaban las costosas nóminas de los equipos. Muertos Escobar, Rodríguez Gacha, presos los hermanos Rodríguez Orejuela y perseguidos otros tantos mafiosos de menos importancia, desaparecieron los raudales de billetes que nutrían las arcas de los clubes. Ya no volvieron los grandes jugadores mundialistas de décadas pasadas, sino jugadores baratos, al borde del retiro y menos talentosos. Hubo que echar mano de las divisiones menores y poner en la nómina titular a niños de hasta 15 ó 16 años como Sherman Cárdenas del Atlético Bucaramanga.
¿Campeonato o liga?
Hay quienes le echan la culpa del bajo nivel de nuestro fútbol al sistema de campeonato que se utiliza desde el año 2002, el cual corona a dos campeones semestrales y comprende una ronda inicial, cuadrangulares semifinales y una gran final para definir al vencedor. Los detractores de este sistema aseguran que premia la mediocridad, porque al término de 18 fechas clasifican ocho equipos a los cuadrangulares semifinales, iniciando todos con cero puntos y en igualdad de condiciones, de modo que el que entró de primero como el que lo hizo de octavo tienen la misma opción de ser campeones. A decir de quienes así piensan, es injusto, que es mejor un sistema todos contra todos, para que el campeón sea el que haga más puntos, que así habrá más espectáculo, justicia y la gente volverá a llenar los estadios.
Vamos por partes. En Colombia, entre 1948 y 1967 se jugó con el sistema todos contra todos, o “de liga” como algunos lo llaman, aunque en la definición de liga no dice por ninguna parte que una liga es un torneo con sistema de todos contra todos. En los primeros años hubo grandes asistencias en razón a dos cosas: La primera, el hecho de haber un campeonato propio colmó la novelería de la gente, que iba a los estadios a ver algo que no existía en Colombia; y la segunda, con la huelga en el Cono Sur, llegaron jugadores muy buenos que con sus grandes gambetas y goles elevaron la afición de la gente por el fútbol. Pero al acabarse la huelga, los jugadores se fueron, y con ellos las gambetas, los goles y la gente de los estadios, a pesar de que se seguía jugando con el justísimo sistema de liga. Muchos equipos desaparecieron, y otros quedaron vivos, pero en la espantosa. De otra parte, hubo torneos en los que un equipo era muy superior a los demás y le sacó tantos puntos de ventaja a sus rivales, que el campeonato ya no tenía ningún interés, al saberse por adelantado qué club se lo iba a ganar. Un hecho similar ocurrió en 1995 cuando hicieron un torneo corto, todos contra todos, de 30 fechas, en el que Júnior y América le sacaron 12 puntos de ventaja al tercer puesto, haciendo muy aburridor el campeonato desde casi la mitad del mismo.
Es por eso que surgieron las liguillas, que durante estos años han tenido diversas modalidades: hexagonales, cuadrangulares, octogonales, o finalísimas entre los ganadores de la primera y segunda parte del año. En algunas liguillas existió la llamada bonificación, que consistía en que, a pesar de comenzar de ceros, los equipos de mejor ubicación en la fase previa definirían cualquier empate en puntos a favor de ellos con un punto extra, medio punto o 0,75. Desde el año pasado, la Dimayor implementó una copia de lo que en México se conoce como “ventaja deportiva” para dirimir empates en puntos en los cuadrangulares. Esto en la práctica es lo mismo que las bonificaciones de antaño, pues si en un cuadrangular, el que entró de primero y el que entró de octavo, tienen los mismos puntos, clasificará a la final el que entró de primero. Así se acaba la “injusticia”.
El sistema de un torneo no garantiza por sí mismo que haya espectáculo, que el nivel sea bueno o que la gente vaya masivamente. Los defensores del sistema todos contra todos, se olvidan que en países como Guatemala, Bolivia, Perú, por citar unos del Tercer Mundo, y en Islandia, Eslovenia, Hungría y Macedonia, por citar unos de Europa, a pesar de que se juegue “a la liga”, el nivel es pobrísimo y las tribunas no están precisamente a reventar. Por otro lado, eso de que en el actual sistema se premia la mediocridad es relativo, porque si el que entra de octavo, luego se “enchimba” en los cuadrangulares y queda campeón es mediocre, el que empieza bien el torneo y luego se desinfla en los cuadrangulares es también un mediocre y falto de jerarquía.
En los sistemas “injustos” parecidos al nuestro, como el de México y Chile, tenemos las dos caras de la moneda. Tanto en Chile como en México se juega una primera ronda de la que clasifican ocho equipos, que luego se enfrentan en series ida y vuelta, primero contra octavo, segundo contra séptimo, tercero contra sexto y cuarto contra quinto, quedando cuatro semifinalistas y de allí se sacan los dos finalistas que definen el campeón. En Chile, el campeonato tiene un nivel malo, no hay grandes jugadores y las asistencias son de regular para abajo. En México, hay llenazos todos los fines de semana, espectáculo, goles y figuras rutilantes… ¿la razón? En México hay plata para contratar jugadores y sostener buenos equipos, en Chile no. Y así pasa aquí. Sin plata no hay espectáculo; sin espectáculo, no hay gente… y si a eso le sumamos a los desadaptados barristas que han vuelto imposible ir al fútbol en familia (tema que veremos en otra ocasión), es apenas lógico que nuestro balompié ande de capa caída.
¿Las soluciones?
Una pregunta que necesita muchas respuestas. Nuestro torneo tiene un nivel discreto. Nuestro fútbol de clubes y selecciones está en declive, pero con todo y eso, los otros vecinos suramericanos no han logrado sobrepasarnos, porque sus progresos han sido flores de pocos días. Hoy seguimos siendo terceros, no por los méritos actuales, sino por lo malos que son los otros… por sustracción de materia. Se ha empezado a sanear a algunos de los equipos que están mal. Millonarios se acogió a la Ley de Quiebras y muestra asomos de recuperación, se anuncia una “purga” en el América para el 2007, se ha firmado un buen contrato con una empresa de cable para la transmisión de ocho de los nueve partidos de cada jornada futbolera, lo cual generará buenos ingresos a la Dimayor y por lo tanto a los equipos. Hay razones para creer que en algo va a mejorar el panorama, pero también hay que ser prudentes en cuanto a los resultados. Todavía pasará algún tiempo antes de que la gente vuelva a llenar las tribunas, los equipos tengan figuras y no rodillones y adolescentes, y nuestros clubes y selecciones vuelvan a poner en apuros a los dos grandes de Suramérica.

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